sábado, 5 de junio de 2010

AGRIPINA MONTES

“LA GENERALA” AGRIPINA MONTES


Mujer de gran arrojo y valentía, francamente hermosa, hija de una familia católica del semidesierto querétano. Participó en la Cristiada contra las medidas jacobinas del presidente Calles. Dotó de cabalgaduras y armas a un centenar o poco más de peones de su rancho y campesinos de cercanías del cerro del Pinal de Amoles, y combatió varias veces, invicta, contra los reclutas agraristas del general Saturnino Cedillo y los federales de Genovevo Rivas Guillén. Se ganó apulso el grado de Coronela; al menos, bajo ese apodo se la conoció.

Entre las muchísimas fuentes de primera mano en que Jean Meyer fundamentó su monumental estudio sobre la Cristiada, cita unas Memorias inéditas de Agripina Montes; también unas entrevistas que con ella tuvo hacia 1968-1969, cuando la localizó en la ciudad de Querétaro, con 82 años a cuestas (Meyer, 1973: I, 236). Según Efraín Huerta, que en El Gallo Ilustrado del periódico El Día comentó la obra de Meyer, la entrevista
de éste con la Coronela y una foto de ella publicada en un diario queretano permiten saber que era “una mujer francamente hermosa” (Huerta, 1978).

Semejante, o acaso superior a la hazaña bélica de Martín Díaz, el afamado capitán de cristeros alteños que rompió el famoso sitio de la Mesa Redonda, fue la de la Coronela Agripina Montes al haber desbaratado a sus enemigos, que la tuvieron copada, en el cerro del Mural:

Señores, con el permiso,
Prestándome la atención,
voy a cantar un corrido
de la tal revolución.

¡Ay!, decía doña Agripina
con sus armas en la mano,
yo me voy con esta gente
para el cerro zamorano.

Decía el señor de la Torre,
con todos sus valedores:
Yo me voy con esta gente
para ese Pinal de Amoles.

Decía el general Rivas:
—Yo traigo parque de acero;
no pierdo las esperanzas
de acabar con los del cerro.

Decía el general Cedillo:
—Rivas, espérate, aguántate,
no se te vaya a voltear
lo de atrás para adelante.

Vuela, vuela, palomita,
con tus alitas muy finas,
anda llévale a Agripina
estas dos mil carabinas.

Vuela, vuela, palomita,
con tus alitas doradas,
anda llévale a Agripina
este parque de granadas.

—¡Ay!, decía doña Agripina,
que estaba ya en desatino,
divisa para aquel cerro,
a ver si viene el auxilio!

De ese cerro del Pino
bajó la caballería,
iban a ver a Agripina,
que sitiada la tenían.

Se fueron los agraristas
con muchísimo valor,
formándole un sitio grande
a Agripina alrededor.

De esa cañada mentada
de ese cerro del Mural
acabaron al gobierno
de San Pedro Tolimán.

De San Pedro Tolimán
estaban pasando lista;
nomás se vía el tiradero
de puritos agraristas.

—¡Ay!, decía doña Agripina
a todos los prisioneros—
Digan si son agraristas,
para darles sus terrenos.

Ya con esta me despido,
parándome en una esquina,
aquí termina el corrido
de la señora Agripina.

Anónimo. San Diego de la Unión, Guanajuato
(Mendoza, 1964: 120).

Cabe mencionar que este personaje fue objeto de una pérfida adulteración, primero en una película y luego en una telenovela. En su lugar se presentaba a una seudo revolucionaria apodada la Generala, creo que encarnada por María Félix. Tanto en cine como en televisión se tergiversó el fondo real de la novela Pensativa de Jesús Goytortúa (Premio “Lanz Duret” 1944), en la cual se basaron las respectivas líneas argumentales. El libro, en efecto, recogió con bastante fidelidad el perfil épico de Agripina Montes, aunque a la vez parece reflejar el de otra jefa de cristeros, Guadalupe Chaires, que tomó las armas por esos mismos años en la zona vecina de la Sierra Gorda guanajuatense.

No dejan de sorprender las mujeres que no sólo animaban o impulsaban a los hombres, sino que ellas mismas tomaban las armas, como Agripina Montes “La Coronela” a quien los Federales imaginaban a la cabeza de las tropas de la Sierra Gorda de Querétaro, quizá no era un caudillo guerrero, pero organizó el alzamiento de Manuel Farías, en Colón, y lo propagó por toda la región con una energía absolutamente militar.
El alzamiento armado en Colón fue el 4 de febrero de 1928, encabezado por el General Manuel Frías, con cerca de cien hombres armados, a la toma de la Presidencia Municipal. Salieron del Rancho el Derramadero, donde Agripina Montes se quedo custodiano los choferes de los camiones que habian secuestrado, siempre alerta por cualquier novedad, ella misma recuerda que le gustaría regresar al rancho y mirar desde la ventana de aquella habitación donde estuvo ese día y hacer memoria de esos acontecimientos.

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