miércoles, 25 de mayo de 2011

MEMORIAS DEL MOVIMIENTO CRISTERO DE COLÓN
POR DON J. DOLORES VEGA FRÍAS
PERSECUCIÓN RELIGIOSA:

Ordenes que dio el Gral. Calles…
En el año de 1924, cuando el General Plutarco Elías Calles fue Presidente de México, dio la orden de acabar con los cultos religiosos, entonces se formó un Comité en México con el nombre: “Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa”, ha nombre del Santo Papa y del Sr. Arzobispo de México.
Para arreglar el asunto a nombre de ellos, como no hubo ninguno, diciendo que no había ordenes sobre los del Santo papa, dijo que el plazo que había era hasta el día 31 de Julio de 1926. Entonces la liga, a nombre del Sr. Arzobispo de México, dio la orden de respetar las leyes y como despedida ese día, hubo una misa en Soriano, como a las cinco de la tarde y que cierran las puertas de la Iglesia.

Pancho Pájaro…
Como en todos los negocios no falta gente ofrecida y tentona, había en Colón un hombre llamado Francisco Pájaro, que estuvo presente, la gente comenzó a verlo con mala cara. Esta un Señor que había puesto como defensa en la Hacienda de el Lobo; armado un día domingo, como a las nueve de la mañana llegó con su gente en busca de Pancho Pájaro para matarlo y como no lo hallaron, le quemaron su tienda que tenía y llevando lo que pudieron. Este señor se llamaba Luis Herrera – valiente, respetuoso y respetado –
Sotero Nieves…
A los pocos días, llegó el Gobierno en busca del Sr. Cura de Colón, solamente encontraron al sacristán; varías preguntas le hicieron pero él no dio razón de nada, lo amenazaron de muerte, él les dijo: “Lo único que les pido es quedar junto a mi Madre de Soriano”; en el portón del Templo que esta frente a la Plaza allí fue fusilado el sacristán de Colón Sotero Rubio (Nieves) y que todavía esta esa placa como recuerdo de ese día.

Día del Levantamiento…
Después, con permiso de la Liga, Agripina Montes, Norberto García y Don Manuel Frías, comienzan a planear un levantamiento y fijan la fecha para el 4 de Febrero de 1928. El día 4 de Febrero, como a las 9 de la noche, salieron del rancho el Derramadero: Don Manuel Frías, Norberto García y Agripina Montes, acompañados de varia gente; a su paso mucha gente salió a verlos y pensaban que iban a abrir las puertas de la iglesia. La gente gritando “Viva Cristo Rey” “Muera el mal Gobierno”… las campanas repicando en Colón y Soriano, balazos y gritos como a las 11 de la noche de Colón pasando por Soriano.
Se une más gente…
Entonces ya era arta gente, la que se había pegado y nos fuimos para el cerro al día siguiente, todos cansados, desvelados y sin esperanzas… llegaban noticias de que el Gobierno había saqueado las casas de los que se habían ido y buscándolos para matarlos y cometiendo infinidad de abusos. La Iglesia de Colón convertida en Cuartel, el Curato en caballeriza, los soldados cometiendo abusos con todo lo que encontraban; en Colón ya no había comercio, la gente ya no bajaba al Pueblo, todo trastornado.

Toda la gente que se había ido sin comer, entonces un Señor de Soriano, comenzó a juntar tortillas; Juan López, otro, Juan Calzonzintl y otro de Santa María del Mexicano, Juan Martínez, en San Miguelito Tolimán, de nombre Merejildo; todos estos juntaban tortillas para llevarlas a la gente, pero no era suficiente, había días que nos daban dos tortillas y a veces nada; después los ganaderos que tenían ganado les mandaban decir al jefe que en lugar de que el Gobierno se llevará los animales, que también comiéramos y comenzaron a matar animales dos o tres veces por semana, pero era tanta la gente, que nos daban como un kilo cada dos o tres días y nada de tortillas.
A pocos días, fueron llegando más grupos de gente, don Luis Herrera, con gente del Plan del Lobo, el Coronel Florencio Monasterio, que era de ese rancho de Santa Catarina, Guanajuato; de Cadereyta Macedonio Torres y Cástulo Vega… el cuento es que ya éramos como seiscientos; entonces el Jefe mandó apostar la gente: Don Luis Herrera en todo el Plan de el Lobo y Chichimequillas, Monasterio para el lado de Santa Catarina, la gente de Cadereyta en lugares que ellos conocían, pero siempre a las órdenes del General Frías.

Combate de Calabazas…
Todos estábamos deseosos de pelear; estando un día cerca del Rancho de las Calabazas, cuando llegó el Gobierno al Puerto de San Antonio, eran como las once de la noche cuando llegaron donde estábamos y comenzó la tronería, se veían las luces de los truenos, como cuando hay castillo y gritos que vibran.
El 29 eran como la una de la mañana, comienzan a tirarnos por detrás y gritando ¡Viva el Gobierno¡ entonces corrimos por todos lados, ellos siguieron tirando, la cosa fue que de ellos murieron noventa soldados y de parte de los Cristeros, nada más cinco. Mucha gente se disperso y nos volvimos a juntar todos como a los quince días.
A pocos días, entramos a Tolimán, allí no hubo resistencia, salimos con rumbo a San Miguelito; allí cogieron preso al subdelegado, le hicieron varias preguntas: qué si se daba cuenta de la gente que ayudaba, él dijo que si, este pensaba que era gente del gobierno; entonces uno de los oficiales le dijo: ¿Sabes que estás hablando con los Cristeros? Entonces decía: “déjenme, yo les prometo irme de mi tierra y no volver”. Al día siguiente, pasamos por el Rancho El Carrizal, allí lo colgaron y al morir lo echaron en una mina vieja cercana al lugar.

Muere Helidodoro Pérez…
Días después entramos a Colón, por segunda vez, agarrando a José Morales Briones, a Guadalupe Gutiérrez y a un profesor que había llegado de fuera, fusilándolos en la Plazuela del Cuarto y dos federales; esto fue como a las seis de la mañana, esta ejecución fue en la Plaza del Cuarto, junto en donde están o estaban unas animitas. Por parte de los Cristeros, sólo un muchacho que se llamaba Heliodoro Pérez, de Colón.
Salimos del pueblo como a las nueve de la mañana, subimos al Cerro de las Cruces y los Federales, que estaban en la torre, seguían tirándonos. De allí nos fuimos para la Mesa de San Miguelito, cerca de la cuesta; por la tarde, bajamos por la Hacienda de Panales y nos quedamos en el Cerro del Meco. Al día siguiente nos fuimos para el Pinal de Ojo de Agua, cuando llegamos, el Gobierno estaba allí, sin darnos cuenta ya estaba la emboscada puesta.

La Mesa del Milagro…
Eran como las once de la mañana y la infantería iba por delante, cuando comenzaron a tirar, como a cincuenta metros, entonces corrieron para un arroyo que estaba cerca y toda la caballería corrimos para atrás hasta donde estaba una cerca, allí comenzaron los oficiales a detener la gente y acomodándola es sus posiciones, los federales siguiéndonos, cuando llegaron junto a la cerca, como cincuenta metros de lejos, ya la gente de los Cristeros estaba parapetada y comenzó duro el combate.
El saldo de muertos, por parte del Gobierno, fueron sesenta y de los Cristeros ni uno sólo cinco caballos. Ese cerro, el Jefe le puso Mesa del Milagro, porque a pesar de la emboscada no hubo muertos de los Cristeros.
Eran como las cinco de la tarde, cuando llegó un correo diciéndole al jefe que había pasado el refuerzo del Gobierno, que no tardaban en llegar. Entonces, el Jefe, mando cinco muchachos, de los más conocedores del cerro, que se fueran por detrás de los Federales, tirando balazos, gritando y silbando cuernos y diciendo: “Somos la gente de Herrera, dónde está la gente de Frías”. Los oficiales respondían: “Estamos en la cerca, bajen en tiradores” y gritaban los Federales: “ni sabrán qué es eso” y les contestábamos: “eso vamos a ver”. Cuando llegamos más cerca les tiramos, muchos Federales corrieron.
Eran como las ocho de la noche, cuando el Jefe mando prender dos lumbres retiradas, para que el Gobierno pensara que allíe estábamos y nosotros fuimos saliendo poco a poco, sin hacer ruido, ellos se quedaron; al día siguiente, llegó el refuerzo, pero nosotros ya no estábamos allí.
Como al mes, el Jefe nos mando a una comisión de ir por unos caballos a Santa Rosa, para allá de Ajuchitlán, éramos dieciocho, entramos a la Hacienda, sacamos los caballos y nos fuimos rumbo al Pinal, pasamos cerca del destacamento que estaba en Ajuchitlán y sienten el tropel y nos siguen, nosotros subimos por la zanja grande a pasar por el Cerro de las Cabras, pasamos por el Llano de las carreras y subimos al Cerro Picudo de Colón, en donde está una crucita.

Combate de Ocotillos…
Los soldados nos siguieron rumbo a Tolimán, llegamos al Pinal, pero ya la gente no estaba allí. En eso pasa un hombre, que era de confianza, se llama Pedro; José Arteaga le dijo: “porque no se está un ratito mientras dormimos un rato, ya tenemos dos días sin dormir y comer”; el Señor dijo que sí. Al poco rato, nos dice: “acaba de pasar una gente por la Maguellalosa, quien sabe que gente será”. Entonces José Arteaga me dijo: “Lole vamos tu y yo a ver qué gente es”. Llegamos por donde había pasado la gente y vamos viendo puras huellas de caballos herrados y me dice: ¡es el Gobierno!; diciendo así cuando comenzó el combate en la Hacienda e Ocotillos, luego volvimos por los compañeros y dimos vuelta a donde estaba el Jefe, cuando llegamos eran como las dos de la tarde, ya estaba muerto Jesús Hernández Nieves y Goyo Chavero; allí estuvimos hasta que se hizo oscuro para poder salir.
Y de ellos (Gobierno) murieron cuarenta Federales, de allí llegamos al Cerro de las Palmas, en donde fueron sepultados. Varios días después, subió el Gobierno y comenzaron a echar una corrida de animales, esto fue en la Estancia del Ojo de Agua, el Jefe no se había dado cuenta, pero luego que le avisaron, dio órdenes para combatirlos; iban ya para bajar el Cerro, cuando les caímos y al sentir los balazos, corrieron dejando la corrida que llevaban. Desde como las dos de la tarde, estuvimos agarrados hasta como las seis de la tarde. Se fueron para Tolimán llevándose los muertos, que habían tenido, que eran como veinte y de los Cristeros nada.


Charcas…
Varios días después, nos fuimos para un pueblito de nombre Carbajal, cercano al pueblo de Charcas, Gto. Allí estuvimos toda la semana, era la semana de Dolores. Entonces el Presidente de Charcas, le mando decir al Jefe que tenía ganas de tratar un asunto con él, el Jefe no desconfió de él porque, según decía, mandaba ayuda para los Cristeros; entonces ordenó la Comisión para ir a verlo, mandando a Jesús Morales, Dolores Vega, Rodrigo Gutiérrez de Carbajal y otro Sr. Justino, amigo del Jefe, que era de Carbajal, Ignacio Zarazúa. Este Señor era conocedor del terreno y conocía al Presidente de Charcas que se llamaba…? Y María Valencia. Esto fue el Jueves de Dolores, por la noche, mandándole decir al Jefe que tenía los hombres armados y querían rendirse con él; llegaron con la razón en la madrugada del viernes.
El sábado, como a media noche, dan la orden de ensillar los caballos y salir para Charcas, ya los Oficiales tenían la orden por donde habían de entrar; llegamos como a las cinco de la mañana; el domingo de Ramos y comienzan a tirarnos de la torre, la presidencia y varias casas y comenzaron a caer gente y caballos muertos y nosotros nada más en las puertas de las casas atajándonos las balas.
Como a las diez de la mañana, llegó el Gobierno de San José Iturbide, Tierra Blanca y Sta. Catarina, la gente que estaba por las orillas, comenzó a correr y toda la gente del Jefe adentro, entonces salimos corriendo, dejando los muertos, que decían eran como treinta y otros tantos heridos y una porción de caballos muertos; de aquí salimos para un cerrito que esta cerquita del pueblo, todavía de allí nos tiraban los Federales, pero ya no nos hicieron nada. Decían que el Coronel Florencio Monasterio, se había disgustado con el Jefe, por no dejar a tacar al Gobierno, no quizo poner la gente en peligro, desde entonces no volvió el Coronel Monasterio.

La huída del Padre…
De allí nos fuimos para un cerro cercano a Chichimequillas, allí estaba el Padre escondido con permiso del Patrón, entre la hacienda, nada más que andaba disfrazado como vaquero del campo, con pantalón de cuero y su chamarra, chaparreras, riata y su caballo a la mano por si algo se ofreciera. El Patrón se llamaba Francisco Borbolla. Toca la suerte o de malas que, un día, estaba comiendo cuando llega un oficial en busca del Padre, el oficial le dice al Patrón: “sabemos que aquí tiene un Padre escondido, quiero que me lo entregue”, el Patrón respondió: “aquí no hay más Padre, que es Pancho Borbolla”; el Patrón le ofreció de comer y el Padre allí con ellos, ya cuando acabaron de comer, el Patrón le dice al Padre: “vete y busca unos peones que cerquen bien el potrero para que los animales no brinquen”. El Padre ensillo su caballo y se despidió de mano con el oficial y se fue.
De allí nos fuimos para el Zamorano, entonces el Jefe da la orden de mandar grupos de gente, como de quince o veinte hombres; la gente de Cadereyta, para los lugares que ellos conocían; Don Luis Herrera con su gente y la gente de Monasterio igual; que habíamos de entrar el mismo día en la noche y a la misma hora, así se hizo todo.
Luego nos fuimos para el Cerro del Garbanzo, no tardo mucho tiempo, cuando nos calló el Gobierno de San Luis Potosi, Guanajuato y Querétaro, estaba ese día lleno de neblina, cuando llego el Gobierno, las vigilancias no se dieron cuenta cuando comienzan a tirar y prender fuego al cerro, allí no hubo resistencia, pero si falto mucha gente que jamás volvió, no tardo mucho tiempo en que tuvieron un arreglo de paz la Liga con el Presidente Abelardo Rodríguez, eso fue el día 21 de Junio que teníamos que rendirnos, entregando las armas y quedar en paz, entendido que si no se respetaba esa orden ya no habría ningún apoyo por parte de la Liga. La rendición fue en Colón y se dio por terminada la guerra que duro dieciocho meses.

Ese día fu de fiesta para el pueblo y para toda la gente que volvió a ver a sus familiares que andaban en el cerro y para la gente que perdió a sus familiares fue tristeza al no volverlos a ver, solo con el consuelo de tenerlas en el cielo, porque así lo había dicho el Santo Papa pio XI, de aquel entonces.

Como a los ocho años fueron traídos los restos de Jesús Hernández Nieves y Gregorio Chavero, sepultados en la sacristía de Colón.
Despedida del Pinal
Voy a cantarle a mi tierra
Y a todita la región
Para que la gente sepa
Lo que paso aquí en Colón

Mucho tiempo padecimos
En la Sierra abandonados
Hasta que al fin pudimos
Ver nuestro triunfo reunidos

Adiós sierra querida
Tus pinos me dan su sombra
Como diciendo vayan con Dios
Se acabo la Revolución

Adiós Pinal de Ojo de Agua
Brillante como un espejo
Ya sus vamos a ir de aquí
Adiós aquí te dejo

Colón en su vida tiene
Páginas de gloria
Y en su grandísima historia
Es delicioso edén

Que viva señor San Francisco
Con su sagrado cordón
Que vivan los cristeros
De la villa de colón

Que viva Santo Domingo
Con su rosario en la mano
Que vivan los cristeros
De la Misión de Soriano

Ya con esta me despido
De todita la región
Adiós Sierra de Zamorano
te llevo en mi corazón

Los cristeros de Colón
Fueron hombres muy decididos
Por eso los recordamos
Hoy, cantándoles sus corridos

Autor: Dolores Vega Frías

2 comentarios:

  1. como siempre ha sucedido la Iglesia utilizaba a esta gente que realmente no supo cuales fueron los intereses. Ojala y estos acontecimientos sirvieran de ejemplo y no dejarse manipular

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  2. Excelente narración!, soy de Cadereyta De Montes Querétaro y descendiente del señor Macedonio Torres! Cristero de Cadereyta, muy astuto y valiente guerrillero, en casa de mi abuelita se realizaban misas a escondidas, pues la iglesia estaba siendo ocupada por los militares, viva Cristo Rey.

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